La Ciudad de México es un territorio que se encuentra inmerso en un proceso que articula diversos elementos de la sociedad que frecuentemente son contradictorios. La complejidad de factores involucrados en su cotidiano desarrollo ha obligado a que estudiosos de lo urbano centren su atención sobre esos elementos que van dando vida a las relaciones y procesos sociales que se manifiestan en esta ciudad.
Sede de los Poderes de la Unión, el Distrito Federal resulta ser el lugar que ha cargado con el peso y las ventajas de la concentración económica y el centralismo político. Con una población que disminuye su velocidad de crecimiento, el DF se muestra como un fragmento de una imponente zona metropolitana, que comparte, con el Estado de México, problemas ambientales, habitacionales, de servicios públicos, etc. Sin embargo, en lo que respecta a la problemática política, el Estado de México no participa la misma situación, ya que el Distrito Federal perdió desde la década de los 20, la noción de lo que es un gobierno local.
Los capitalinos han buscado diversas formas de ser participes de su ciudad, no solo como usuarios sino también como constructores de ella. Más allá de ser un espacio para vivir, trabajar o dormir, la Ciudad también es el ámbito donde tienen lugar diversas manifestaciones y proyectos políticos, sociales y religiosos que representan distintas formas de apropiación y construcción de esta, partidos políticos, asociaciones de colonos, juntas de vecinos, organizaciones no gubernamentales, grupos ecologistas y comunidades religiosas, etc. Se han dado a la tarea de buscar nuevas formas de organización social.