En el Estado de México, se ha adoptado una nueva modalidad de urbanización formal que se caracteriza por su novedosa forma de planificación y organización del espacio, en específico, se habla de los llamados Conjuntos Urbanos, que en los últimos años han sido priorizados de manera conjunta entre las autoridades estatales, municipales e inmobiliarios privados, como la alternativa, sino es que la única opción, en cuanto a la producción formal de la entidad mexiquense.
Una modalidad que ha venido a remplazar y limitar el acceso a otras ofertas de producción formal de suelo, como lo fue en su momento, la figura del fraccionamiento que por décadas fue el medio por el cual se incorporaba suelo urbano de manera formal –e informal– a la entidad. Sin embargo, con el paso del tiempo el fraccionamiento se convirtió en una modalidad que se volvió poco compatible no sólo con la nueva forma de concebir el ordenamiento urbano de la entidad, sino también de favorecer el negocio de la construcción y de aquellas actividades ancladas a este sector. Para ello, fue indispensable crear una nueva figura jurídica denominada Conjunto Urbano, con la intencionalidad de establecer una nueva y compleja lógica de “cómo hacer ciudad”.
La figura de conjunto urbano fue incorporada por primera vez a la Ley de Asentamientos Humanos del Estado de México (1993), la cual se reguló bajo la misma estructura normativa de la modalidad del fraccionamiento, sin embargo, con el nuevo marco jurídico que representa el Código Administrativo del Estado de México (2001), se limita el acceso a otras ofertas de suelo y por consiguiente, configura al conjunto urbano como una modalidad de urbanización dominante en la entidad mexiquense. Y para fines de esta investigación, se parte del supuesto de que el nuevo marco normativo caracterizado por simplificar y facilitar la incorporación de suelo urbano, vía conjunto urbano, ha propiciado el boom habitacional de la entidad.
Un boom habitacional que se concentra en determinados municipio de la región del Valle de México, principalmente impulsado por los desarrolladores inmobiliarios quienes se han encargado de tener una fuerte participación en la producción de vivienda de interés social y cuya expresión en el territorio, es la conformación de conglomerados urbanos de grandes dimensiones físicas y amplia repercusión social; sobre todo, porque esta oferta habitacional se localiza cada vez más alejada de los principales centros urbanos y en espacios de grandes contrastes y carencias en cuanto ofertas de empleo, acceso a servicios, equipamientos, infraestructura y oportunidades de desarrollo para la población que hoy día es atraída a estos espacios por la oferta habitacional que en ellos existe.
La ciudad para los habitantes, de acuerdo a su imaginario urbano, es una serie de espacios dispersos en delegaciones como Coyoacán, Tlalpan, Benito Juárez y Cuauhtémoc. En ese sentido, la ciudad que se plasma en los estudios urbanos sobre el tema, se refiere a estas demarcaciones; las exploraciones de la cultura urbana, prácticas, consumo y usos de la ciudad han privilegiado este territorio de la ciudad. En algunos casos, se han extendido un poco más hacia la periferia abarcando áreas como Iztapalapa, Xochimilco, Milpa Alta y Tláhuac e incluso, parte de lo que ya constituye el área metropolitana de la ciudad como Chalco y Nezahualcóyotl.
Sin embargo, un espacio que no aparece ni en la representación de los habitantes, ni en la investigación urbana y menos aún en la literatura sobre el tema es el espacio del norte de la ciudad a pesar de su colindancia con el área central (Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo). Si nos guiamos por el testimonio que va quedando en las crónicas, reseñas y etnografías sobre la ciudad pareciera un espacio no habitado, no comprendido en las prácticas, usos e imaginarios que de la ciudad construyen, incluso sus mismos habitantes.
La estructura de las ciudades es resultado de las formas de producción urbana que están dadas por la correlación entre el comportamiento del suelo y la política del Estado. La dinámica del suelo (comprendido con todos sus elementos como la disponibilidad, el tipo de tenencia, la localización) esta vinculada a la política del Estado, que se rige desde un referente teórico y conceptual de desarrollo. Las concepciones que prevalecen en el Estado contribuyen para modificar la estructura de la ciudad y para incorporar nuevos elementos. Cuando el Estado modifica su concepción de desarrollo, transforma y reestructura su aparato institucional y normativo.
Desde la década de los ochenta surge en el ámbito internacional la concepción teórica del desarrollo global, que busca que los Estados Nación apliquen políticas de corte neoliberal que señalan modificaciones legales e institucionales que conllevan a su adelgazamiento. La globalización busca integrar a los Estados a la competencia del libre mercado, y éstos deben ser competitivos si quieren “sobrevivir”, para lograrlo tienen que garantizar las “nuevas” condiciones generales de la producción, siendo el desarrollo urbano el encargado de materializarlo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial son los mecanismos institucionales principales, que se han hecho cargo de elaborar las directrices, difundir los “beneficios” (sic) y vigilar en los países el desarrollo de los lineamientos neoliberales que buscan funcionar de manera global.
Con la concepción teórica global, el Estado aplica un modelo que bien puede denominarse “liberalismo urbano”, entendido como la libertad del capital privado para que inviertan en las ciudades y proliferen megaproyectos inmobiliarios destinados al terciario avanzado; asimismo la libertad para controlar y promover la producción habitacional y hacerla de manera masiva y en serie, limitándose la acción del Estado a suministrar la infraestructura y los servicios urbanos, todo con la intención de incidir en las metrópolis para que adapten su crecimiento y distribución espacial en función de las actividades económicas regidas por la lógica de las 7 “ciudades globales”, la cual consiste en la competencia de regiones articuladas por nodos urbanos, que constituyan un sistema urbano nacional que a su vez se inserte con el sistema urbano global.
Este trabajo pretende contribuir a la explicación de la morfología del Espacio Público en la Ciudad de México, reconociendo desde luego que tal tarea no podrá ser agotada aquí, ya que la producción del mismo es un fenómeno que se ha dado a lo largo de muchos siglos y sobre todo porque es resultado de la participación de una inconmensurable cantidad de comunidades, las que con su trabajo y con la aportación de sus recursos han tratado de construir un espacio propio en el cual reproducirse y continuarse.
El Observatorio del espacio público surge de una iniciativa de la Dra. Guénola Capron, el Dr. Jérôme Monnet y la Dra. Ruth Pérez López con apoyo del Conacyt y de la Universidad Autónoma Metropolitana. Busca ser una herramienta que apoya el proceso de diseño del espacio público y la toma de decisiones, así como proporcionar elementos de reflexión para pensar y, tal vez, imaginar, espacios públicos más inclusivos, acogedores y sostenibles.
Actualmente, después de cincuenta años de peatonalización de calles comerciales o turísticas de los centros urbanos, las autoridades públicas y los investigadores vuelven a descubrir a los peatones y el valor sustentable o sanitario de la movilidad peatonal. Asimismo, reconocen que los desplazamientos a pie han sido hasta ahora poco estudiados y que se conocen muy poco los actores de los mismos. La movilidad a pie es una actividad subestimada e, incluso, invisible. Basta decir que en la Encuesta de Origen y Destino llevada a cabo en la ZMVM en 2007 no existía la respuesta “caminar” entre los distintos modos de transporte propuestos. Por otra parte, en el Distrito Federal el Reglamento de Tránsito Metropolitano (RTM) y la reciente Ley de Movilidad (2014) estipulan que el peatón tiene la prioridad sobre los demás modos de transporte, pero en los hechos es el gran olvidado de la vida urbana y, a su vez, el más vulnerable.
Objetivos: 1. Reconstituir el surgimiento de las banquetas que estudiaremos y su evolución reciente tanto desde los aspectos morfológicos y funcionales como desde las prácticas sociales. 2. Identificar las partes, los derechohabientes de jure y de facto, los actores que intervienen en su construcción, su gestión, su mantenimiento y su transformación: servicios y administraciones, empresas, vecinos, transeúntes, etc. 3. Observar los usos y entender las reglas y los reglamentos, formales e informales, a los cuales están sometidos. 4. Analizar los debates, los conflictos y las controversias provocadas por su ordenamiento y sus usos. 5. Analizar los determinantes de la producción y regulación de las banquetas por las autoridades.
Año de inicio: 2017 Año de término: 2021 Coordinación: Guénola Capron, Jérôme Monnet, Ruth Pérez López Participantes internos: María Teresa Esquivel, María Concepción Huarte. Participantes externos: Salomón González Arellano (UAM-C), Silvia Carbone, Ángela Giglia (UAM-I), Miguel Ángel Aguilar (UAM-I). Estudiantes de Doctorado: Perla Castañeda, Ana Luisa Diez García, Eliud Gálvez Matías, Natanael Reséndiz, Yazmín Viramontes Fabela. Financiamiento: Proyecto de Investigación de Ciencia Básica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) núm. 255645.
Se revisan los efectos que ha tenido el programa Pueblos Mágicos, tomando como caso de estudio el municipio de Malinalco, poniendo especial atención en la configuración socioespacial que se deriva de la actividad turística y de la inscripción al programa referido. Es así que el primer capítulo de este trabajo aborda la parte teórica de la producción social del espacio. El segundo capítulo trata en concreto sobre la actividad turística en general y algunos de sus efectos observados, así como su posicionamiento a nivel nacional. En el tercer capítulo se ofrece una contextualización regional del municipio de Malinalco y después una caracterización de éste, partiendo de un breve recorrido histórico desde la época prehispánica hasta la actualidad revisando diversos temas, esto en virtud de poder comprender los efectos que ha tenido la actividad turística y en concreto el programa. En el último capítulo se aborda de manera concreta el desarrollo de la actividad turística en Malinalco y los efectos observados a partir de la hipótesis y de las preguntas de investigación planteadas para el desarrollo de esta investigación. Y como apartado final se presentan las conclusiones.
En el Estado de México, se ha adoptado una nueva modalidad de urbanización formal que se caracteriza por su novedosa forma de planificación y organización del espacio, en específico, se habla de los llamados Conjuntos Urbanos, que en los último años han sido priorizados de manera conjunta entre las autoridades estatales, municipales e inmobiliarios privados, como la alternativa, sino es que la única opción, en cuanto a la producción formal de la entidad mexiquense. Una modalidad que ha venido a remplazar y limitar el acceso a otras ofertas de producción formal de suelo, como lo fue en su momento, la figura del fraccionamiento que por décadas fue el medio por el cual se incorporaba suelo urbano de manera formal -e informal- a la entidad. Sin embargo, con el paso del tiempo el fraccionamiento se convirtió en una modalidad que se volvió poco compatible no sólo con la nueva forma de concebir el ordenamiento urbano de la entidad, sino también de favorecer el negocio de la construcción y de aquellas actividades ancladas a este sector. Para ello, fue indispensable crear una nueva figura jurídica denominada Conjunto Urbano, con la intencionalidad de establecer una nueva y compleja lógica de “cómo hacer ciudad”.