El mundo presenta continuamente nuevos retos, uno de ellos es la globalización, fenómeno en el que todos, queriéndolo o no, tenemos parte de algún modo. Es innegable la importancia sea por moda o porque en realidad influya, que ha tomado en los últimos años el tema de la globalización.
El significado de esta palabra varía en las definiciones que pueden encontrarse; la Real Academia Española la define como “Tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales“, en otra definición, “proceso por el que cierto hecho, comportamiento o característica se plantea desde una perspectiva global o universal”.
Como vemos, el término implica connotaciones económicas y de mercado, y la segunda definición alude a comportamientos o características, lo que amplía el concepto, al abarcar el contexto cotidiano del desarrollo, que para el caso que nos ocupa estará referido al territorial de las ciudades de Bogotá D.C. y México D.F.
De acuerdo con lo expresado por Borja & Castells, en la cita inicial, las ciudades hoy requieren nuevas formas de organización y gestión, para responder a los continuos cambios urbanos, obligados por los cambios sociales alrededor del mundo, así las políticas de gestión y desarrollo del suelo y de la ciudad en su conjunto, han de renovarse y cambiar tanto como el papel mismo de la administración local, como lo veremos a lo largo de la investigación.